Comunicación no violenta
Resumen del libro de Marshall Rosenberg. El primer componente de la CNV (comunicación no violenta) implica la separación entre la observación y la evaluación...
Categoría | Comunicación no violenta |
Valoración de 1 a 10 | 9 |
Autor | Marshall Rosenberg |
Editorial | granAldea EDITORES |
Etiquetas, tags | comunicación no violenta, comunicación empática |
EL autor
Marshall B. Rosenberg fue fundador y director de los servicios educativos del Centro para la Comunicación No Violenta (CCNV). Tras haber crecido en un barrio problemático de Detroit, el Dr. Rosenberg se interesó profundamente por nuevas formas de comunicación para presentar alternativas pacíficas a la violencia de la que fue testigo. Este interés también lo llevó a la obtención de un doctorado en psicología clínica en la Universidad de Wisconsin en 1961. Fundó el CCNV en 1984 y brindan capacitación en 30 países de América del Norte, América del Sur, Europa, Asia, Oriente Próximo y África, ofreciendo talleres para educadores, terapeutas, padres, trabajadores de los servicios de salud, mediadores, gerentes de empresas, guardia de cárceles y reclusos, policías, personal militar, clero y oficiales del Gobierno. El Dr. Rosenberg viajaba habitualmente a ciudades de todo el mundo ofreciendo capacitación en CNV y mediaciones en conflictos. Falleció en el 2015, si bien su legado intelectual permanece entre los miles de discípulos y seguidores que desarrollan este conocimiento como lenguaje de vida.
Resumen.-
El primer componente de la CNV (comunicación no violenta) implica la separación entre la observación y la evaluación. Cuando las mezclamos, la otra persona suele tener la impresión de que la estamos criticando, y por lo tanto opone resistencia a lo que le decimos. La CNV es un lenguaje dinámico que rechaza las generalizaciones estáticas. Las observaciones tienen que ser específicas del momento y el contexto; por ejemplo: "Hank Smith no ha marcado un gol en veinte partidos", en lugar de "Hank Smith juega mal al fútbol”. El segundo componente que necesitamos para expresarnos es el de los sentimientos. Si elaboramos un vocabulario de sentimientos que nos permita nombrar o identificar de forma clara y precisa nuestras emociones, nos resulta más fácil conectarnos con los demás. Al mismo tiempo que nos hace más vulnerables, la expresión de nuestros sentimientos puede ayudarnos a resolver conflictos. La CNV distingue entre la expresión de los sentimientos reales y las palabras o afirmaciones que sirven para describir pensamientos, evaluaciones e interpretaciones. El tercer componente de la CNV es el reconocimiento de las necesidades que hay detrás de nuestros sentimientos. Lo que digan y hagan los demás puede ser el estímulo, pero nunca la causa, de nuestros sentimientos. Los juicios, críticas, diagnósticos e interpretaciones que hacemos de los demás son expresiones de nuestras propias necesidades y valores. Cuando los demás perciben una crítica, tienden a centrar su energía en la autodefensa o el contraataque. Cuanto más directa sea la conexión entre nuestros sentimientos y nuestras necesidades, más fácil será para los demás comprendernos y responder de un modo compasivo. El cuarto componente de la CNV se centra en el tema de lo que nos gustaría pedirnos mutuamente para enriquecer nuestras vidas. Tratamos de evitar las expresiones vagas, abstractas o ambiguas, y recordamos emplear un lenguaje de acción positiva para hacer saber a los demás lo que queremos de ellos. Al hablar, cuanto más claramente manifestemos qué queremos, más probable será que lo consigamos. En la CNV, al margen de las palabras que utilice nuestro interlocutor para expresarse, nos limitamos a prestar atención a sus observaciones, sentimientos, necesidades y peticiones. Después tal vez queramos reflejar lo que hemos oído parafraseándolo. Mantenemos nuestra actitud de empatía para que nuestro interlocutor tenga la oportunidad de expresarse plenamente antes de desviar nuestra atención hacia las soluciones o hacia la satisfacción de sus peticiones. Nuestra capacidad de ofrecer empatía nos puede permitir ser vulnerables, neutralizar la violencia potencial, escuchar la palabra “no” sin tomarla como un rechazo personal, reanimar una conversación sin vida y hasta captar los sentimientos y necesidades expresados con el silencio. Las personas logran, una y otra vez, superar los efectos paralizantes del dolor psicológico cuando establecen suficiente contacto con alguien que puede escucharlos con empatía. La aplicación más crucial de la CNV tal vez radica en la manera en que nos tratamos a nosotros mismos. Cuando cometemos errores, podemos usar el proceso de duelo y perdón hacia nosotros mismos que la CNV propone, para que nos indique hacia dónde podemos crecer en lugar de quedarnos atrapados en una serie de juicios moralistas. Al evaluar nuestras conductas en términos de nuestras necesidades insatisfechas, el ímpetu para realizar un cambio no procede de la vergüenza, la culpa, la ira o la depresión, sino de un auténtico deseo de contribuir a nuestro bienestar y al de los demás.
Se adjunta resumen del libro en PDF